La industria cultural produce lo que convencionalmente se ha denominado una “cultura de masas”. La cultura de masas es un producto de la sociedad de consumo en el mundo occidental, de carácter manipulador. Según Theodor Adorno, la industria cultural impide que nos formemos de manera independiente y autónoma.
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La industria cultural se dedica a la homogeneización. La manipulación interesada del lenguaje actualmente procura poner en el mismo plano la “cultura” y la “industria cultural”. No es casualidad, por tanto, que la “defensa de la cultura” que se esgrime desde arriba sea en realidad la “defensa del modelo de negocio de la industria cultural”. Este modelo se basa en convertir al que vive en la cultura (yo, tú, él, todos somos agentes culturales activos u observadores) en un mero consumidor de un producto previamente limado y homogeneizado. Se deja fuera al diferente y al creador minoritario por ser objeto de “bajo consumo”. Por no generar suficientes ingresos, vamos.
Sí, todos cortados por la misma tijera… Así no somos una amenaza.